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Autor Mensaje

Blackelf
Asunto:   MensajePublicado: 19 Abr, 2006 - 12:00 AM

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<b>Antiguo moderador</b>

Miembro desde
28 Jun 2004
Intrigantemente está respondiendo más gente de la que pensaba Surprised
Lo de los seres celestiales inmortales... todavía no me he topado con ninguno xD pero si existieron tantas guerras en Santuario, tanto ángel caído y tantos muertos como nos dice la aventura, lo más probable es que puedan morir, pero bueno, es un detalle sin importancia y me gusta que la gente se fije en esos pequeños resquicios.
Faltas de ortografía tiene, pero intento eliminarlas, no me gustan, seré muy tiquismiquis xD

_________________
Jugando a Diablo III.
Imperius#2827
 
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VenomBM
Asunto:   MensajePublicado: 24 Abr, 2006 - 08:49 PM

Asesina de Dioses
831 posts


Asesina de Dioses

Miembro desde
15 Nov 2003
Felicitaciones Estoy tomando todos los cuentos que hay el la pagina me gustaria tener tus datos basicos prara hacer una nota del autor asi que si me puedes enviar tus datos (lugar y fecha de nacimiento, experiencias, y cosas como proyectos futuros seria buenos editarlos para tener una pequña biografia de los autores de los cuentos en esta web) me los puedes mandar como MP.

De nuevo felicitaciones.

_________________
Saludos.

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Blackelf
Asunto:   MensajePublicado: 14 May, 2006 - 09:31 PM

Antiguo moderador
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<b>Antiguo moderador</b>

Miembro desde
28 Jun 2004
La eterna noche se cernió sobre Santuario, las nubes colmaron el cielo, el viento era frío y húmedo, arrastrando consigo mismo el polvo de la árida y yerma tierra. Ningún árbol vivía en todo el mundo, las tierras de los druidas fueron masacradas por la implacable mano de la Oscuridad.
Una única bandera ondeaba en el Infierno y en Santuario, símbolo del poder de la dama de las mentiras, que comenzaba a retirarse para dar paso a una bandera más siniestra y sombría, propia de una mente desquiciada. La voluntad de Belial así lo quiso, que tras su muerte se retirara su bandera de mano roja por otra, una cruz invertida en llamas, rodeada por un halo azulado: la bandera imperial de Sho.
El cúmulo de nubes obcecaba el cielo sobre Tristam, toda la zona estaba sumida en la más profunda oscuridad, únicamente alumbrados por el tenue resplandor causado por las antorchas y candeleros que pendían de las fantasmagóricas puertas y ventanas, de dentro de la catedral así como de las casas, otorgando a la ciudad un aspecto todavía más sepulcral.
Las pequeñas luminarias oscilaban por el viento, algunas se apagaban y otras incendiaban las casas cercanas a su llama.
Ya no se sentía la presencia de aquél ángel que dio muerte a Belial, ni su aroma divino, ni su brillante luz. Ya todo eran sombras en la noche del mundo.


Capítulo XIV: Felicidad Eterna

- Como si el mundo muriera y entonara su último llanto. –retomó Satro la conversación-
- Este mundo –respondió Ygar incorporándose- todavía tiene una última cosa que decir, una última baza que jugar. Confía en él.
- ¿Cómo es que de repente confías tanto en este planeta? ¿qué te ha hecho cambiar de opinión? –preguntaba intrigado Satro mientras miraba hacia el suelo como si buscara una solución-
- Ha sido ella. Carolina dio su vida por el mundo, Santuario está en deuda.
- ¿No recuerdas la corrupción del Cielo? Nadie ha avisado a los distintos señores de lo ocurrido. Además, el infierno clama por dominar el mundo. Y por si fuera poco, justo aquí arriba se abrirá la puerta hacia el Mundo de los Recuerdos y nacerá Sho para corromper la Fuente del poder. ¿Cómo puedes tener tanta esperanza en un mundo que no ha luchado para defenderse?
- Porque ahora, Santuario ha despertado. –concluyó Ygar dirigiéndose hacia la puerta que conducía a la larga escalinata que llevaba al atrio-
- Bobadas... es un mundo muerto... luchamos por una causa perdida de antemano.

Tras escuchar estas palabras, Ygar se quedó inmóvil, quieto totalmente en las escaleras. Tras él, Satro se sorprendió de su reacción y más aún cuando volvió su rostro hacia su amigo, no encontró en él ningún signo de preocupación ni duda, estaba sonriendo, feliz. Un destello en sus ojos, un brillo fugaz, una esperanza que había renacido en el interior de su corazón.
- Te acabas de convertir en un espadachín mejor que yo. –terminó Satro complacido- vayamos a la lucha y pateemos a ese dios.

Continuaron subiendo las escaleras, sin mediar una palabra, tan sólo el silencio fue su eterno compañero. El vínculo que les unía se había fortalecido por completo, no eran ya simples príncipe y maestro espadachín, ni compañeros en el campo de batalla, ahora eran una sola alma repartida en dos corazones.
- Por fin habéis llegado, me alegro de volver a veros. –dijo la Boca del Infierno justo en el momento en que insertaba la piedra del alma de Belial en el cuerpo inanimado que ya poseía las otras cuatro-
- No eres más que un peón en los planes de Belial. Ha envenenado tu mente y te utiliza desde su tumba.
- Fiero guerrero, yo tengo mi propia mente... jajajaja

El cuerpo inanimado estalló en mil pedazos, iluminando el cielo con centellas rojas y doradas. El propio aire tembló ante el poder desatado y la tierra se estremeció. Todos, incluyendo al demonio, contuvieron el hálito hasta que vieron que sobre ellos las nubes se moldeaban en la forma de un oscuro embudo que amenazaba con tragarse toda la vida que quedara en Santuario.
- Mi señora Belial!!! –gritó la Boca del Infierno- he hecho lo que me pedisteis!!!
- Eso es... ¿El Mundo de los Recuerdos? –preguntó en voz alta Satro-
- Exacto joven... ahí dentro se encuentra en estos momentos la Fuente del poder y Sho. Dentro de poco las cinco puertas que comunican Santuario con el Infierno se abrirán y el Cielo deberá rendirse incondicionalmente.
- Alguien baja! –gritó de nuevo Satro mientras Ygar estaba todavía anonadado por aquellos acontecimientos-
- Es Sho... mi Dios. –rezó la Boca del Infierno- arrodillaos ante su majestad.

Una figura estilizada femenina se posó delicadamente sobre unas piedras que restaban en la última planta de la catedral. Sus telas de seda transparentes, de colores morados, lilas, azules, crema y verdes pálidos ondeaban en su cuerpo mecidos por suaves brisas de aire fresco y rejuvenecedor. Su rostro, de una belleza incomparable, de finas y delicadas facciones, escondía dos grandes tesoros que eran sus ojos verdes y unos labios perfectos de los cuales se dibujaban los trazos exquisitos de los mejores tatuajes que le llegaban a sus ojos. Su cabello, sedoso y largo, de color dorado contrastaba con aquél cielo oscuro y aquella tierra sombría y sin vida.
- ¿Y se supone que tú eres Sho? ¿se supone si quiera, que eres el peor de los demonios? –preguntó incesantemente Ygar mientras miraba de arriba a abajo repetidas veces aquella figura-

La mujer se desplazó hacia Ygar con unos andares meticulosamente preparados, moviendo su cintura en un compás hipnotizador. Al llegar al príncipe, le tomó delicada y suavemente por la barbilla y le elevó el rostro hacia el suyo y le miró fijamente a los ojos.
- No soy Sho, soy aquella que os devolverá la felicidad, sé por lo que este mundo ha pasado y quiero recompensarlo. –dijo con su femenina voz tan sensible como el cristal y tan encantadora como sólo ella podía hacer, a continuación caminó hacia Satro y tomándolo por la mano lo acompañó al precipicio de la torre- Satro, ves todo el daño que ha causado otro ser antes que yo, pero yo no vengo a esto... yo vengo a repararlo, vengo a sellar las heridas del pasado y reconstruir este mundo. –finalmente se dirigió hacia la Boca del Infierno, dejando atrás a los dos encantados varones y sin miramientos le tomó el bastón y se lo clavó en el centro del pecho, cayendo por detrás de la catedral- a vos, Boca del Infierno, por haber ayudado a causar tanto mal, os condeno a la muerte.
- ¿Cómo os tenemos que llamar, mi reina? –preguntó Ygar mientras se arrodillaba frente a ella-
- Llamadme como me llaman en todos los lugares que he visitado, todos dicen que soy una Felicidad Eterna –dijo suavemente mientras inclinaba dulcemente su cabeza hacia su derecha sonriendo-
- Así seréis bautizada en Santuario.

Las nubes se retiraron, dejaron penetrar la luz solar en Santuario. Las áridas tierras comenzaron a florecer y como por arte de magia los humanos muertos volvían a la vida, sin recordar nada de lo pasado; sólo tenían un pensamiento en su mente: Felicidad Eterna.
Como si fuera su diosa protectora, la que les da vida, la más artística fémina de la creación, aquella en la que el dios padre puso todo su empeño, fue venerada en todas partes de Santuario.
En cada puerto había un altar consagrado a su honor, en cada montaña un pequeño santuario la recordaba, en cada volcán cercano a los poblados había una efigie suya para amansar la fiereza de la destrucción.
El odio, el miedo, el caos que poblaba poco tiempo atrás el mundo, había remitido. Ahora todo era bello, todo era perfecto.
Tomó a Satro y a Ygar como sus predilectos, aquellos que difundían la Palabra de la Felicidad, sumos sacerdotes de su contagioso culto por todos los rincones de Santuario: las praderas de Aranoch, las reconstruidas tierras bárbaras del Norte, los bosques de los druidas, la selva de Kurast y las islas de las amazonas. Absolutamente todo Santuario quedó embaucado de tanta belleza.
“No debemos luchar, lo arreglamos hablando como hermanos” era su idea fundamental, a partir de la cual surgían todo tipo de ramificaciones filosóficas, míticas e incluso científicas. Acompañado el discurso siempre por su bella estampa, ya fuera en realidad o un retrato compuesto por los mejores retratistas de Santuario. La gente se agolpaba en torno a la catedral de Tristam para verla salir cada mañana en lo alto, a saludarles y desearles un buen día. Se contentaban con esto, y para ello era necesario estar esperando toda la noche.
Un cálido instante, una fugaz estancia de felicidad, consumida como los sueños infantiles, se volvía al momento en euforia y pasaba a la amargura del momento perdido. Sólo unos pocos de entre todos los agolpados eran elegidos para penetrar en la catedral y ver ante suyos a la diosa. De ellos jamás se sabía, eran envidiados por todos y por todas, lo único cierto es que visitaban el Salón y se suponía que tras tal gracia, serían elevados sus espíritus a algún otro plano a difundir la Palabra. Los escogía Felicidad Eterna desde lo alto de la torre, según ella decía, por sus joviales almas emprendedoras y su corazón inquebrantable y lo más importante de todo: fe ciega en su diosa. Eran, sin duda alguna, el sueño de todo mortal que se preciara en Santuario.
Se produjeron enfrentamientos entre los habitantes de un lejano pueblo de Santuario, Kel Bebeb, una aldea en la que cuenta, se escribió el libro que anunciaba la llegada de Felicidad Eterna. En estos enfrentamientos acudió la propia diosa en persona y con su presencia amainó los corazones de las fieras y calmó los ánimos. En recompensa, a los líderes de los bandos enfrentados los llevó consigo a la catedral y sus espíritus ascendieron a predicar la Palabra de aquella que salvó a su pueblo de una guerra fratricida.
En otro poblamiento, cercano a Kel Bebeb, sus campesinos iban a iniciar las fiestas en honor a su diosa y organizaron una competición de tiro con arco cuyo blanco sería un jabalí tatuado. La extrema bondad de Felicidad la hizo interponerse entre el camino de la flecha y la bestia, recibiendo ella el impacto. Todo el poblado se conmocionó por la generosidad de su devoto ser que prefirió recibir un flechazo a permitir que un animal sufriera por ella. Este hecho se difuminó como la espuma y a cada cual que lo contaba engrandecía el valor de la diosa hasta llegar al punto en que la historia real se convirtió en un mito y en una leyenda más tarde, según la cual la diosa, gritando a pleno pulmón para detener el asesinato de una madre jabalí y su cría recién nacida, se interpuso en el camino de las flechas de un pelotón y las dos bestias, recibiendo así numerosos daños que sanaron al instante.
Felicidad Eterna fue socorrida inmediatamente por Ygar y por Satro, que en sus peregrinaciones jamás la abandonaban, salvo cuando asistía a las comidas en su Salón. Fue llevada a la catedral ante el pavor de todos de que su muy apreciada diosa falleciera por tal heroicidad y todavía más masas, si cabe, se agolparon junto a la catedral, día tras día, sin separarse de aquél monumento al que sólo unos pocos privilegiados podían acceder.
Finalmente, tras cuatro intensos días de agonía, la diosa reapareció de nuevo en la torre de la catedral, pero esta vez no llamó a cuatro personas de entre el público para que acudieran al Salón, llamó a veinte.
Cuatro días hacía que Ygar no miraba con los mismos ojos de admiración y devoción a su diosa, cuatro dolorosos días en los que no predicaba la Palabra, para sorpresa de la propia diosa y de su inseparable compañero Satro.
Aquella noche, cuando Satro se levantó de la mesa tras haber cenado, fue seguido por Ygar y ambos entraron a su habitación, en una pequeña casa de mármol junto a la catedral.
- Bien Ygar, dime qué te pasa. –exhortó Satro mientras abría la cama para acostarse-
- Supongo que habrás notado un cambio en mí para con Felicidad Eterna.
- Así es y me gustaría que me dijeras la causa.
- No sé por qué, pero ya no la veo como antes, se presenta ante mis ojos como un demonio corrupto y muerto.
- Ygar, ¿cómo va a ser un demonio? ¿no viste la manera en que bajó del cielo? Acompañada por esos pequeños ángeles mientras las intensas luces de los arcángeles la iluminaban. Fue un momento extasiante. No comprendo cómo afirmas ahora que pueda, un ser celestial, tratarse de un demonio.
- Ni yo mismo lo sé, pero su rostro ha desaparecido, ya no lo recuerdo, ahora la miro y sólo veo a ese putrefacto demonio.
- Ygar, deberías descansar un tiempo, o quizás dormir más, porque últimamente apenas sí descansas.
- Quizás sea eso. Buenas noches, hermano.

La candelera de aquella casa de mármol se apagó, dejando en las tinieblas a ambos amigos que intentaban conciliar el sueño y descansar, pues al día siguiente Felicidad tenía programada una visita alrededor de todo Santuario para compartir con ellos el Mensaje que traía.
Durante la noche Ygar tuvo una serie de pesadillas a cada cual más convulsa y espantosa: recordaba cómo habían herido a la diosa, cómo él le limpió la sangre del vestido y luego el aspecto de la diosa comenzó a deteriorarse, putrefacción y envilecimiento de sus facciones la hacían aterradora, lejos quedaba ya aquella Felicidad con tanta energía que desprendía.
Se despertó empapado en sudor y en el suelo. Con el corazón palpitando estruendosamente dentro de su pecho. Miró hacia la ventana, los primeros haces de luz aparecían por debajo de la persiana. Alguien llamó a la puerta.
- Ygar, llegarás tarde, date prisa en arreglarte. –sonó la voz de Satro desde la otra parte de la puerta-
- Vale, ya voy.

La mañana transcurrió como era previsto: pueblo que visitaban, pueblo que ganaban. Nunca se había visto a Felicidad Eterna tan alegre como aquél día.
- Hoy está radiante de amor. –confesó Satro-
- Ciertamente, hoy interpreta más aún su papel –dijo en voz baja Ygar para que nadie le pudiera escuchar-

Acercándose más hacia su amigo, Satro le comenzó a susurrar a la oreja.
- Dime qué quieres que haga.
- ¿Para qué?
- Tú ahora la ves con otros ojos, dime por qué.
- Fue tras el altercado en aquél pueblo. Sólo recuerdo que toqué su sangre y luego todo era diferente. Las personas eran cadáveres en descomposición, las ciudades eran ruinas y la catedral era como antes.
- Comprendo. ¿En qué quieres que te ayude?
- Esta noche, cuando termine este desfile y volvamos a Tristam, sé dónde dejó su vestido ensangrentado; seguro que las manchas aún no se han ido.
- Está bien.

Felicidad Eterna volvía al anochecer a su ciudad, agotada del viaje, y decidió subir a su alcoba con cinco elegidos más. Ygar y Satro se quedaron a solas y corrieron a buscar el vestido mancillado. Lo encontraron en el mismo lugar en el cual lo había visto por última vez Ygar, todavía con la sangre reseca.
Satro alargó la mano y alcanzó a tocarlo. Una auténtica prueba de fuego para su amistad. A continuación todo el mundo comenzó a girar sobre sí mismo, las luces se apagaban y encendían y finalmente Satro cayó rendido al suelo.
No fue hasta tres horas más tarde cuando el joven volvió a abrir los ojos, todavía algo confuso y con una ligera turbación en la cabeza, logró incorporarse ayudándose de Ygar.
Todo había cambiado, era tal y como antes de la llegada de la felicidad: las ruinas de la catedral oscurecidas y fuera el espectáculo era desolador. Los cadáveres animados y algunos espíritus a las puertas de la catedral, rogando ver a su diosa, e incluso podían distinguirse demonios entre ellos, provenientes del infierno.
- Las puertas, se han abierto.
- Así es... hasta ahora no había demonios en Santuario. –contestó Ygar- Ella los tiene a todos hipnotizados.
- ¿Cómo terminamos con esto? Es una locura manchar con sangre a toda la gente.
- Muerto el perro... muerta la rabia. –Ygar lanzó una espada a Satro, quien la tomó en sus manos con la destreza que solía poseer-
- Terminemos esta obra de teatro.

Ambos amigos subieron hasta el Salón, el lugar favorito de Felicidad Eterna y allí la encontraron, pero no como la bella diosa que se había presentado. Era un cuerpo en descomposición de un demonio, de piel azul y dos largos cuernos que le llegaban al cuello, unos grandes ojos amarillos y unas raídas togas moradas.
- A juzgar por vuestra mirada... creo que las palabras sobran.
- Preséntate. –exclamó Ygar-
- Mi nombre es Salazar.

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Blackelf
Asunto:   MensajePublicado: 13 Ago, 2006 - 02:04 PM

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28 Jun 2004
LA VERDADERA HISTORIA DE SANTUARIO, LOS REYES-DEMONIOS Y LOS ÚLTIMOS HÉROES

- No hay más luces en el universo. Todas las estrellas se esconden. Un tupido manto de oscuridad envuelve nuestro mundo, enfriando nuestros corazones y tibiando nuestros ánimos de lucha. Madre agoniza.
- Hemos jugado ya todas nuestras bazas en la contienda. Apenas restamos unos pocos. Muchos huyeron para encontrar la libertad en alguna tierra alejada de este continente pero fueron vilmente traicionados y masacrados por los siervos de Dios.
- Ya no podemos hacer otra cosa más que aguantar el azote de la sombra. Aquí, en lo que antaño eran las doradas murallas de Scogslen, será donde resistamos el último ataque.
- Somos chamanes de las tribus bárbaras, podemos combinar desde la lucha física hasta conjurar los poderes de Madre, no debemos echarnos atrás: quizás sea esta la batalla que nuestros antiguos sabios bautizaron como Uileloscadh Mór.
- Debemos hacernos fuertes. Convocad a los invocadores y a los elementalistas, reunidlos en las torres y torreones, que los más diestros defiendan la azotea del castillo. Haced llamar a los licántropos y que se escondan en el moribundo bosque que todavía Madre permite que nos proteja y colocad a los osos como defensa tras los flancos de las puertas, ellos serán nuestra fuerza de choque mientras los lobos atacan por su retaguardia. Que el espíritu de Fiacla nos proteja.
- Sí señor! –exclamaron todas las demás voces al unísono dando un fuerte golpe contra su pecho-

El anciano caudillo chaman quedó a solas en lo que antaño era una gloriosa sala del palacio de la capital de Scogslen. Desde su ventana podía divisarse en la penumbra y entre la niebla de la oscuridad la escuela de druidas de Túl Dúlra. Recordaba con nostalgia aquellos días dorados, corriendo por sus pasillos para acudir a sus clases, hacía memoria de su profesor, el mismísimo Fiacla-Géar, que abandonó este mundo hace tanto que su memoria sólo la conservan viva algunos pocos de entre los escasos supervivientes.
- ¿Qué puede hacer un hombre en una desolada tierra para enfrentarse al auge de las tinieblas? –se repetía una y otra vez en voz alta-
- No serán tinieblas si se quiere ver como el nacimiento de un nuevo mundo –le dijo al oído un pajarillo que sobre su hombro se había posado-
- Hola maestro, acaso ahora queréis ser pájaro?
- Ninguna forma de vida debe ser desprestigiada, pensaba que te había enseñado eso.
- Maestro, no me lo tengáis en cuenta, mas estos no son tiempos de paz y tranquilidad.
- No importa, sea como fuere, el mañana traerá luz, vegetación y animales de nuevo a esta vieja tierra.
- ¿Qué tenéis pensado? ¿Qué sabéis? Contádmelo ahora, por favor os lo ruego, pues mi ánimo pende de un hilo y mi alma se debate entre la razón y la locura.
- Quizá haya llegado la hora de liberar el poder de los chamanes, de desatar toda la furia de Madre.
- ¿Posiblemente os referís a los gusanos?
- ¿A qué otra fuerza puedo referirme? Os otorgarán vida y energía, os limpiarán el camino y os ayudarán en la lucha contra los enemigos. Madre me lo ha dicho, debes liberar todo el poder que encierra esta tierra. Todavía vive la magia en ella.

El pajarillo se iluminó, abrió sus alas y comenzó a volar batiendo su azulado plumaje. Salió de la sala por la ventana y se dirigió a las ruinas de la escuela de chamanes. Por su parte, el anciano jefe tribal se levantó de su sillón y tomó la lanza que todavía guardaba en uno de sus armarios de piedra fina. Al empuñarla y elevarla sobre su rostro sintió la fuerza que le había sido arrebatada por el devenir de la situación. Llegó a pensar que quizás, todavía hubiera alguna esperanza, por pequeña que fuera, para salvar al mundo del abismo oscuro que ante ellos aparecía.
El sol se ocultaba por entre las oscurecidas montañas del horizonte, el aire cálido estival todavía seguía soplando y sus ráfagas mecían las longevas barbas de los chamanes, algunas completamente canosas mientras que en otras ya se distinguían los primeros signos de la vejez. Arropados por sus ligeras pieles de animales montaban guardia fuera de la fortaleza, tal y como el caudillo había ordenado aquella misma mañana.
Una oscura calma abatía durante mucho tiempo los corazones de los protectores de la naturaleza, hacía tiempo que sus tierras habían quedado yermas por el ataque de Belial, y en un corto período les llegaron nuevas noticias, aunque en su contenido eran prometedoras de bonanzas, algo se agitaba en la mente de aquellos visionarios. Jamás les llegó el influjo de Felicidad Eterna, ni siquiera sabían lo que era. Preocupados estaban por aquellas convulsiones que sentían como para enzarzarse en asuntos ajenos. Más tarde vinieron las sombras nocturnas y las misteriosas muertes se sucedieron más allá de los poblados y una voz se elevó por todas, reclamando las arcanas tierras de los druidas en nombre de alguien llamado Piedad.
Desilusionados y ennegrecidos por el polvo muerto, los últimos druidas se fortificaron en Scogslen, donde librarían la batalla final.
El viento cálido se detuvo bruscamente en el momento en que los últimos rayos de sol desaparecían por entre las montañas anunciando la caída de la noche. Los chamanes más jóvenes se arrimaban a la cintura de sus madres mientras que los adultos empuñaban las armas contra la oscuridad que les amenazaba. El cántico del lobo y el silbido de los pájaros se interrumpieron e incluso jurarían que el agua ajena a la fortaleza se congeló.
Estridentes sonidos guturales, similares a gritos desgarrados se escuchaban a la lejanía, por donde los druidas habían venido, y a continuación comenzaron a verse las primeras sombras en la penumbra del camino, en masa. Jamás se acercaban al bosque, y mucho menos se internaban en él, salvo aquél que les lideraba.
El rozar de los pies por el suelo, así como sus desgastadas hachuelas y espadas quebradas y oxidadas levantaban chispas al chocar improvisadamente contra las rocas, iluminando la parte inferior del cuerpo de aquellos seres. Ataviados con botines de cuero raído y pantalones chapados con metal.
Los druidas permanecían quietos, ubicados en la sombra del bosque que rodeaba la fortaleza de Scogslen, ya transformados en lobos, mientras que los interiores eligieron la forma osuna. Los elementalistas situados correctamente en las torres veían aquella oscura cabalgata.
Cinco cuervos se posaron sobre los sendos hombros del caudillo y le informaron sobre aquella procesión: primero está la infantería ligera, seguida por otros montados sobre informes bestias, dos por cada montura conformando un guerrero y un arquero y seguidos por un único ser, de aspecto infantil y pequeño, vestido con túnicas blancas y perlas. Coronaban el cortejo unos pocos gigantes de poco más de veinte metros de altura y mal vestidos. Se dirigían directamente a la fortaleza, sus espías les habían avisado previamente de la llegada de los chamanes a aquella devastada tierra.
- Pues aquí será donde se decida el destino de nuestro pueblo. Uileloscadh Mór, así llamaron las generaciones pasadas a una batalla que a nosotros nos toca vivir... sea así. Que mi sangre libere el poder de Madre –dichas estas palabras, el jefe de los druidas realizó una herida superficial sobre su pecho, derramando sangre sobre el suelo de la habitación-

Los cuervos se disiparon en brillantes luces, era la señal para que la puerta principal se abriera y se dejara a las hordas de Piedad penetrar dentro de la primera de las cinco murallas que defendían la fortaleza, quedarían así al alcance de los elementalistas.
La puerta principal de la fortaleza se abrió y un cuchicheo se extendió por los enemigos, sin duda eran órdenes de su señor.
La infantería ligera penetró en la muralla y subió en espiral por la pendiente, dirigiéndose hacia la segunda puerta que todavía permanecía cerrada. Frente a los lobeznos comenzaron a pasar las monturas, sin embargo éstas siguiendo nuevas órdenes no entraron en la muralla. Se escuchó el tensar de sus arcos y algunas voces estridentes que salían de los guerreros, provocando a los ocultos en el bosque a que atacaran. Los druidas se mantuvieron ocultos, levantando sus escudos formando un caparazón impenetrable de acero a lo largo y ancho de su espacio.
Unas nuevas órdenes se extendieron por entre los soldados de Piedad justo en el momento en que los elementalistas conjuraban sus almas al fuego y al viento para masacrar a la presa que pululaba por la muralla. Las flechas de los jinetes salieron disparadas hacia arriba para caer con fuerza, rebotando la mayoría con el caparazón de hierro mientras que unas pocas conseguía penetrar en él y herir a algún chamán.
Las magias terminaron y la luz que desprendían los hechizos dejó paso al ardor del fuego en el que los cadáveres se consumían. A lo lejos todavía se divisaba algún tornado convocado por los sabios arcanos, llevando en su ojo a algunas presas, todavía con vida, que más tarde salían disparadas hacia cualquier dirección, estrellándose irremediablemente contra el suelo en un crujir de huesos rotos.
Piedad no había contado con el espectáculo y la preparación con la que los hijos de Gea contaban y para sorpresa de todos, los gigantes se separaron de su amo, avanzando hacia el castillo.
Una nueva lluvia de flechas cayó sobre los escudos de los lobos y las puertas principales se cerraron nuevamente. A los torreones de primera línea acudió la fuerza de arquería y tensando sus arcos largos y finos disparaban flechas de acero que, con la tenue luz de la luna parecían de plata.
Los osos acudieron a la puerta principal y aguardaron hasta la siguiente señal del caudillo. Mientras tanto, la fuerza mágica descansaba para reponer energías. Desde el balcón de la fortaleza, el señor, acompañado por dos grandes chamanes comenzaban a conjurar las fuerzas de Gea: el espíritu de la velocidad, el espíritu de la vida y el espíritu de Madre. El primero de ellos nació entre los lobos, señal inequívoca para que se desprendieran de sus escudos y atacaran en su forma de licántropos a los guerreros y arqueros montados sobre bestias. El segundo de ellos, el espíritu de la vida, acompañó a los oseznos, quienes abrieron la puerta principal y salieron al enfrentamiento contra las nuevas fuerzas de Piedad que llegaban: los gigantes. Para terminar, el espíritu de Gea, convocado por el caudillo de los druidas al ser aconsejado por Fiacla, removió el interior de la superficie, cavando túneles subterráneos por donde engullía a las presas seleccionadas.
La batalla fue sangrienta, miembros de los licántropos caían por el suelo inertes, mezclando su sangre con la de aquellas infames criaturas del submundo. Los osos resistían duramente los hachazos de los gigantes e incluso ocasionalmente cedían unos pocos metros para más tarde retomarlos con arduo esfuerzo.
Una pequeña sombra se deslizó por el bosque, pequeña como un niño y rápida y ágil como una serpiente, así bordeó Piedad el combate. A su frente emergió el espíritu del gusano de Gea, con las fauces abiertas y sus numerosas filas de dientes girando en espiral mientras los tentáculos de su cuerpo intentaban herir a su contrincante.
- Un simple gusano... esto funcionará contra la escoria, no contra mí...

La figura infantil elevó la mano y suavemente la bajó hasta la altura de su cintura, desprendiendo una dulce y tenue luz que amansó a la fiera, devolviéndola a su agujero. Una vez se recogió en su túnel y la luz se difuminó entre la oscuridad que invadía aquél paraje, el gusano continuó con su trabajo hacia el resto del séquito de Piedad.
- La fuerza de este planeta ya no me teme, es más, lucharía por mi causa si así yo quisiera, pero la escoria que muere por mí ya es suficiente para entretener tus armas, “sabio chamán”. –vociferó la voz profunda y oscura de Piedad, sorprendiendo a los presentes al no esperar que de un cuerpo tan joven emanara tan fría voz-
- No habrá más contestación a tu mezquindad, tu destino está sellado, criatura infame. –le respondió uno de los señores chamán que estaban junto al caudillo-
- La muerte... es el regalo que vengo a ofrecer a tu pueblo: el descanso eterno, el júbilo de volver a las entrañas de vuestra amada Madre. Id con los placeres espirituales y dejadme lo tangible.

No hubo otra réplica al comentario de Piedad, al contrario, un arco largo de plata tensó su fina cuerda y lanzó una flecha de plata contra la cabeza de aquél demonio.
- Todo será más sencillo –dijo de nuevo el demonio moviendo una de sus manos delicadamente hacia un lado y luego hacia el otro, transportando mediante su fuerza mental uno de los licántropos heridos que recibió el impacto de la flecha de plata- todo será más sencillo si colaboráis... vuestros recursos no me pueden hacer daño. –tras un alto en su conversación, la retomó al inspeccionar con la mirada el agonizante lobo que moría frente a él- Vosotros os ponéis ropajes compuestos por el cuero de los animales cazados... yo también puedo hacer lo mismo.

Un movimiento de sus pestañas y el druida fue transformado a su forma humana y despellejado por la magia del demonio. Su cuerpo, tendido en el suelo, se retorcía de dolor hasta que otra flecha se lo calmó.
Piedad continuaba avanzando en el campo de batalla, apartando con su telequinesia a todo aquél que se encontrara en su camino, ya fuera aliado o enemigo, incendiándolo al instante.
El viento comenzó a soplar, primero tenue y muy débil, pero continuó su ritmo creciente, azotando a los combatientes, moviendo las delicadas y suaves prendas que cubrían el joven cuerpo del demonio. Antes, cálido como el fuego del infierno, se transformó en uno frío y gélido, sus azotes marcaban finos cortes en las curtidas pieles de los chamanes. Las copas de los árboles se movían como si estuviesen espantadas del viento, dejando ir algunas hojas y ramas finas en el mismo. El polvo muerto del camino se levantaba formando tormentas de arena que arreciaban continuamente el campo de batalla y hacían confundir los lobos, los arqueros, los guerreros, los osos y los gigantes en un mar de sangre y oscuridad.
Un claro se formó en el cielo y la luna, antes oculta, destapó su fría y pálida cara, como si estuviera presenciando el acontecimiento y con su rostro representara el dolor que sentía. Su blanca y mortecina luz se reflejaba sobre el campo de batalla, plateaba las armas e iluminaba los rostros humedecidos de sudor de los contrincantes.
Los dorados cabellos de Piedad, su cara sonrosada y sus ojos verdes esmeralda contrastaban con la maldad y sadismo que dentro de él vivían. Avanzaba firme y decidido, lentamente llegaba a la segunda puerta y los elementalistas situados sobre las torres preferían evitar el enfrentamiento, quienes no lo hacían sabían que su destino era la muerte lenta y dolorosa, los otros, sabían que el resto de su vida vivirían amargados y cobardes, seguramente serían expulsados del clan y condenados al exilio en el sur.
Un cuervo conocido voló desde la academia de los druidas hacia el hombro del jefe de los clanes.
- Fiacla, estos son malos tiempos para nuestra raza...
- He venido a daros un consuelo. Puedo transformar a los supervivientes en cuervos como yo y volaremos hacia el oeste, más allá de este continente, seguramente no habrá la maldad que aquí nos azota.
- Que cada cual elija, pero yo debo quedarme aquí, permanecer tranquilo e impasible a que la muerte me lleve, aunque por dentro mi alma está quebrada y mis piernas apenas puedan tenerme en pie.
- En tal caso, Gea me ha donado el poder de la Luna, no es una coincidencia que haya salido ahora el astro. Utiliza su influjo lunar para que los licántropos sean letales, debes terminar ya con este asedio. Apenas le quedan fuerzas a Piedad.

Entre los brazos del caudillo apareció una pequeña daga, de enmangue dorado y de filo plateado.
- El gusano que nos mandaste apenas sí ha ayudado... espero que este sacrificio merezca la pena.

Tomando la daga se la incrustó a sí mismo en el corazón, derramando la sangre a borbotones, resbalando por el balcón. Su cuerpo, ya casi sin vida, se desplomó por fuera del fortín cayendo al suelo, en medio de un gran charco de sangre.
- Mis huesos ya están quebrados, mis músculos no responden... pero mi pueblo... mi raza... todavía vive.
- Necio patán –dijo Piedad cuando llegó a sus pies- sacrificarte por un sueño... no tiene sentido. Esperaba mucho más de un legendario jeque tribal.

Los lobos y osos se agolpaban tras del demonio, habían conseguido vencer a todas las criaturas de su ejército. Los elementalistas habían recobrado su poder y valentía y comenzaban a conjurar sus hechizos. Los dos señores que habían acompañado al jefe habían bajado del balcón y esgrimían sendos arcos contra Piedad.
- Un esfuerzo inútil... –se lamentó Piedad mientras provocaba la calcinación de todos los druidas que blandían armas contra él en grandes olas de fuego- no sois más que humanos o, si me apuras, chamanes amigos de Gea. Pero vuestra amada Madre está tan corrupta y debilitada que no puede con un Rey Demonio.

Fiacla en su reencarnación de cuervo se elevó sobre los cadáveres de sus compatriotas, juntó a los supervivientes y huyeron convertidos en cuervos hacia el horizonte, a unas tierras prósperas, alejadas de la maldad que había terminado por expulsarles de su tierra natal.
- ¡Uileloscadh Mór... hemos sido derrotados y humillados... Madre no nos ha protegido, no tenemos la obligación de continuar rindiéndola culto y homenaje! –vociferó el cuervo a sus compañeros alados en su exilio a nuevas tierras-
- Huid miserables... jajaja... cobardes.

La fortaleza de Scogslen se deshizo en medio de un poderoso haz de luz que cayó del cielo aniquilando todo el territorio de los druidas, reduciendo a cero la vida que allí restaba.
- Un nuevo comienzo... la historia siempre se repite –se dijo a sí mismo mientras esbozaba una sonrisa complaciente por el trabajo realizado- me pregunto cómo les irá a los otros dos...



Comenzaba a asomar el sol en Tristam. Justo el día en que los druidas se defendieron en Scogslen. Satro e Ygar subieron hasta el Salón, el lugar favorito de Felicidad Eterna y allí la encontraron, pero no como la bella diosa que se había presentado. Era un cuerpo en descomposición de un demonio, de piel azul y dos largos cuernos que le llegaban al cuello, unos grandes ojos amarillos y unas raídas togas moradas.
- A juzgar por vuestra mirada... creo que las palabras sobran.
- Preséntate. –exclamó Ygar-
- Mi nombre es Salazar.
- ¿Quién eres? ¿Qué has venido a hacer aquí? –exhortó Satro-
- Tu alma está llena de dolor... antes todo era satisfacción e ilusión... es acaso por el hecho de que no tenga la apariencia de una diosa sino de un demonio? Tan prejuiciosos sois?

El demonio se removió sobre la mesa, sensualmente, con movimientos de serpiente mientras sus dos ojos dorados miraban fijamente a los dos guerreros y su larga lengua negra se paseaba por los labios humedeciéndolos.
- Responde de una vez a la pregunta –obligó Ygar mientras empuñaba en lo alto su espada-
- Héroe inquieto... ya me he presentado. Me llaman Salazar o el Rey Demonio del Deseo.
- Belial conjuró a Sho, abrió el Mundo de los Recuerdos para acceder a la fuente del poder, qué haces tú aquí? –preguntó Satro-
- Bien bien... me temo que la historia que os han contado sobre vuestro mundo no es la correcta... –empezó a decir Salazar- comencemos a escribirla.
“Al principio de los tiempos toda la creación estaba unida, lo que ahora se conoce como Infierno, Santuario y Cielo. Se la llamaba Gea, es la diosa de los druidas, el universo primigenio, la madre original. Como tal madre, engendró sus primeros vástagos, nosotros, y nos autoproclamamos como Reyes. Fuimos un total de siete reyes: Sho, Piedad, Salazar, Fiacla, Edebhel, Soriel y el último Iadalbaoth. Los tres primeros gobernamos la parte sur de Gea, Fiacla gobernó la parte central, la más pequeña, mientras que los demás gobernaron en la parte superior.
Todos formamos parte de la misma energía... la corriente pangeática o como la llamamos nosotros, la sangre de madre. Cuando alguno muere, su alma regresa a la sangre y allí aguarda a su renacimiento, así eternamente hasta que Madre decida detener el ciclo y llegue su muerte.
Con el paso del tiempo surgieron enemistades entre el sur y el centro-norte y desembocaron inevitablemente en una guerra fratricida que culminó en una gran herida en el seno de Madre, ahora llamada Piedra del Mundo. Esa herida provocó que los tres territorios se separaran bruscamente y se solaparan como distintos planos de un mismo mundo.
A los del sur nos llamaron despectivamente como Reyes Demonio, término que hasta la fecha inspira miedo y temor. Por nuestra parte llamamos a los demás como Reyes Celestes y a Fiacla le acuñamos como Hijo de Gea, ciertamente fue el más sincero y leal a Madre.
Nosotros tres nos encargamos de regir en nuestro territorio y nuestros descendientes se llamaron demonios.
Desde aquí desconozco parte de la historia del Cielo, sólo sé que sus Reyes se dividieron en cinco, dominando las distintas zonas en las que había quedado su microcosmos. Sobre el destino de la parte central, lo que conocéis como Santuario, los reyes del Cielo y Fiacla se reunieron para acordar varios asuntos, tales como el propio nombre, con un significado místico, simbolizando el lugar de adoración de los Reyes, así como también se acordaron las relaciones entre Santuario y el Cielo, estableciéndose acuerdos de no-intervención todavía vigentes hasta que vosotros como en vuestra forma de Tyrael, os entrometisteis en el destino de los humanos.
Mientras tanto, en el Infierno se fue gestando pausadamente la raza de los demonios. Los primeros nacieron a partir de rituales oscuros de la magia que provenía desde el Seno de Madre, fueron un total de Tres, sí, en efecto, hablo de los Tres Hermanos. Con el nacimiento de estos, la magia de Madre se debilitó pero aún pudo arrojar suficiente esencia mágica para dos nuevas entidades: Belial y Azmodán.
A partir de aquí la Historia la escribieron los vencedores. En una alianza de las nuevas cinco entidades, los tres Reyes del Infierno fuimos recluidos en una prisión mística e intangible, a la cual sólo se podría llegar mediante la fusión de sus cinco poderes. Esto era el Mundo de los Recuerdos. En donde había algo que era incluso ajeno a la propia Madre... era la Fuente del poder, no se sabía nada sobre ella, simplemente parece que fue el origen de Madre, el lugar desde el cual empezó todo.
A partir de entonces comenzó la tiranía en el Infierno, llevada a cabo por estos cinco demonios. Le siguió la rebelión y el Exilio Oscuro. Pero bueno, eso ya lo sabréis...”
- Y por qué razón Belial quería rescatar a Sho? Qué quería de allí?
- Supuestamente la Dama de las Mentiras planeaba abrir el Mundo de los Recuerdos al fusionar sus almas y de entre los tres cautivos, poseer a Sho. Ya que es el único que puede llegar más allá del Seno de Madre e integrarse corpóreamente en la corriente vital.
- ¿por qué nos estás contando todo esto, Salazar?
- Porque no viviréis para saber el final. Puedo ver el futuro, es una de mis múltiples cualidades y sé que el Portador del Apocalipsis cernirá su oscuro manto sobre Santuario. Este mundo no va a ver dos amaneceres más.
Unos finos hilos de metal se tensaron tras un gesto de la cabeza de Salazar y sus dos contrincantes cayeron al suelo desmenuzados en un amasijo de músculos, sangre, huesos y metal.
- He aquí vuestro regalo... no sufriréis con el eterno dolor del Apocalipsis. Que vuestro Dios se apiade de vuestras almas y os retorne a la corriente de Madre...

Desde lo lejos, el cuervo Fiacla vio cómo del cielo caía una brillante luz sobre la tierra de Santuario, quizás sería la última liberación o quizás estaban entrando en el purgatorio. Lo único que tenían por cierto es que no volvería a haber otra luz en todo Santuario. “Madre, qué camino estás escogiendo para tu destino?” se preguntaba interiormente sin hallar ninguna respuesta que no le asustara más que la anterior que había pensado.

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Azor
Asunto:   MensajePublicado: 13 Ago, 2006 - 04:26 PM

Rey Esqueleto
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Conmovedor relato Blackelf te felicito ojala sigas escribiendo se nota que sabes

Saludos

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Lord_Blade
Asunto:   MensajePublicado: 13 Ago, 2006 - 04:40 PM

Escudero
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Escudero

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Buena Historia Blackelf ers bueno y espero que sigas escribindo relatos como este ya que eres genial.

Y estoy de acuerdo con el ultimo mensaje aqui escrito ojala y salga esa famosa Tercera Parte de Biadlo ya que este Juego tiene que ser una saga de muchas batallas.
 
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guiurcr
Asunto:   MensajePublicado: 13 Ago, 2006 - 07:55 PM

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Blackelf
Asunto:   MensajePublicado: 15 Ago, 2006 - 01:53 AM

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Bueno, la trama ya ha dado demasiadas vueltas y giros. Mejor será dejarla descansar ya. Todo tiene que volver a su cauce y auguro que en muy pocos días, el último trozo sea posteado. Aunque por el título que le he puesto, ya sabréis de qué va ^^

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Blackelf
Asunto:   MensajePublicado: 19 Ago, 2006 - 11:54 AM

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El dolor de la batalla ha cesado. Todo Santuario está inmerso en la oscuridad traída por los Reyes Demonio. La bandada de cuervos que acompañaban a Fiacla ha sido exterminada y su líder apresado y conducido al trono del emperador Sho, situado sobre las antiguas islas territorio de las amazonas. Piedad y Salazar continúan con la población del nuevo Santuario mediante los demonios que surgen de las puertas abiertas al infierno. Numerosos ataques sin fruto se han originado contra lo que resta del Haz de Verin, la puerta al Cielo. En todo Santuario no hay nada más que oscuridad: los rayos del sol apenas sí pueden traspasar la densa capa de oscuridad que cubre todo el mundo. Ha comenzado el último día de Santuario.


RENACE, MADRE

- Bien bien, pequeño cuervo portador de antiguos proverbios chamánicos... dime qué piensas que puedo hacer a alguien que fue de mi mismo nivel y categoría. –sonó una doble voz, fruto de la combinación de mujer y hombre-
- Sho... has conseguido volver de la prisión que te encerraron tus hijos. –dijo con dolor el cuervo-
- Cómo es aquél refrán... “cría cuervos y te sacarán los ojos”. Tú les condujiste a ello. Tú les hablaste del Mundo de los Recuerdos. –volvió a sonar la doble voz, aún más fría que la otra vez-

Las negras y góticas paredes de la sala del emperador se helaron desde arriba hacia abajo, congelando toda la habitación. Un frío humo emanaba del hielo, haciendo descender la temperatura de la sala bajo mínimos.
- Pequeño cuervo... hoy es el día para reiniciar a Madre. –dijo la doble voz, personificada en una sombra junto a la ventana de opacas vidrieras- todos los errores del pasado se irán. La redención caerá de nuevo sobre el mundo. Todo lo hecho volverá al modo en el que debía ser. Tú y yo volveremos a ser hermanos. Madre volverá a vivir. La humanidad no habrá nacido... ni nacerá.
- Esa redención es una locura, todos tuvimos nuestro tiempo y lo hecho queda en la memoria, no se debe cambiar.
- La redención de todo lo creado y lo imaginado. Ningún pecado cometido. El renacer... de Madre.
- Sho, alterarás todo cuando hubo.
- No alteraré nada, porque lo redimiré, yo soy el ángel enviado por Dios para hacer que su creación vuelva a ser como era. Seré tildado como Portador de Apocalipsis.
- Estás enfermo.
- No, yo os amo. Os amo sobre todas las cosas. Por ello me produce un profundo dolor el hecho de que todo quede tan corrupto. Ya te lo he dicho: soy el Redentor que conducirá a las ovejas descarriadas por el buen camino.
- Sabes que no tendrás éxito, no puedes decidir por ti mismo lo que está bien y lo que está mal para todos. ¡Apenas puedes discernir lo que está bien para ti mismo!
- Fiacla, hermano... –dijo la sombra aproximándose a la jaula donde estaba el cuervo- dile a Madre que la amo.

La jaula se congeló y el cuervo estalló en multitud de fragmentos helados con el simple tacto de la garra huesuda de Sho sobre el frío metal que formaba la prisión.


“Esto ha ido demasiado lejos” dijo un Rey Celeste en una asamblea convocada con urgencia en donde se reunieron todos los reyes del Cielo.
- Ya no lo recordáis... Tyrael se sacrificó por nosotros, sus descendientes nos ayudaron contra el pérfido influjo de Belial y reconstruimos nuestro mundo gracias a ellos. ¿Y así se lo pagamos? Por el amor de Dios, ¡Hemos dejado que mueran a manos de los que tienen igual poder que el nuestro!
- Edebhel, no te exaltes, todos sabemos lo que esos tres nos ayudaron a hacer en contra de Belial. Y debemos hallar una manera de compensarlos.
- Gloriel, parece ser que ni tú ni Edebhel os acordáis de los tratados de no intervención firmados con Fiacla...
- Esos tratados ya no están vigentes! Fiacla ha muerto. –dijo Iadalbaoth- debemos actuar ahora, o será demasiado tarde. No sabemos los intereses de los Reyes Demonio, pero tenemos que actuar.
- Soriel, es cierto que firmamos acuerdos de no intervención –repuso Edebhel- pero aunque todavía tuvieran validez, aspecto en el cual no me voy a entrometer, es un tema que nos concierne a todos. El infierno ha ocupado totalmente Santuario, han aniquilado a todos los humanos que en él habitaban. Ya no hay vida.
- Ciertamente la situación es harto confusa, mas no debemos dejar llevarnos por el ímpetu y por las emociones. Debemos pensar en nosotros mismos.
- Apreciada Mei-Lua, tenemos en cuenta tu versada opinión sobre los asuntos, pero... –Gloriel fue cortado por Edebhel-
- Pero no tenemos tiempo para pensar, debemos actuar cuanto antes.

Un ángel llamó a la puerta y sin esperar respuesta entró a la asamblea vociferando y dejando un reguero de sangre a su paso.
- Señores, Reyes... traigo noticias de Santuario, se murmura que Madre va a ... re...na...cer. –el mensajero cayó al suelo inconsciente-
- Supongo que todos sabemos lo que eso significa. Si esta información es válida, debemos actuar y cuanto antes.
- Soriel... –comenzó a decir Mei-Lua pero fue cortada bruscamente por la firme voz de Gloriel-
- Debemos enviar de una vez a nuestros campeones. Hemos de terminar con esta amenaza.
- Estoy de acuerdo con esa actitud. Voto por que el primer objetivo sea directamente Sho. Una vez el emperador haya caído, será fácil acabar con Salazar y Piedad.
- No los subestimeis, son tan fuertes como cada uno de nosotros. –concluyó Iadalbaoth- que se dispongan a partir los campeones del cielo. El Haz de Verin se cerrará tras su paso.


El castillo de Sho estaba envuelto por sombras purpúreas y blanquecinas que orbitaban en torno a éste como si de centinelas en guardia se tratase. Salazar y Piedad se habían trasladado a la residencia imperial mientras esperaban para que llegara la hora del siguiente paso en el plan de Sho.
Se organizó un banquete fastuoso, con todo lujo de detalles y de comidas, para los más altos dirigentes de los demonios. A esta comida asistieron los tres Reyes Demonio que presidieron la mesa.
- Camaradas y Hermanos –comenzó diciendo el emperador cuando todos estuvieron sentados- por fin hemos conquistado lo necesario para hacer girar la balanza de la justicia y del destino. Desde este momento, Santuario se rinde al Infierno. Madre estaría orgullosa de vuestra hazaña aunque estuvierais siguiendo las órdenes de Belial. Tras varios milenios, los Reyes Demonio hemos regresado de nuestra prisión y purificaremos la existencia.

Un clamor recorrió los ánimos de los presentes que aullaban, agitaban sus brazos en señal de victoria y los más recatados se limitaban a aplaudir manteniendo la compostura. Sho guardó silencio, había previsto algo y estaba a punto de suceder.
Un temblor sacudió todo el castillo y comenzaron a aparecer pequeñas grietas en las paredes que fueron haciéndose más y más grandes a medida que el temblor aumentaba. Le sucedió la aparición de un extraño halo verde blanquecino que subía en espiral por todo el castillo para concentrarse en lo más alto de éste y ser lanzado hacia el cielo. Unos momentos de calma tranquilizaron medianamente los enloquecidos corazones de los asistentes que causaban tremendo contraste en comparación con el de los Reyes Demonio, manteniendo la calma e incluso Piedad, sádico como de costumbre, difuminaba en su infantil rostro una sonrisa complaciente.
La calma se truncó de súbito, cuando el haz verde impactó contra su objetivo en el cielo: había atrapado la prisión del Mundo de los Recuerdos, que no se había cerrado desde su abertura. Un nuevo temblor sacudió la zona, aún más fuerte que el anterior pero considerablemente más breve.
Al cesar el segundo terremoto, una enorme planta estaba creciendo desde el interior del castillo, sus ramas cubrían las ventanas y quebraban todavía más la roca. Su aspecto, de color verde oscurecido, imponía respeto: no todos los días se ve una enorme planta con púas crecer tanto como para cubrir un castillo y además llegar hasta el Mundo de los Recuerdos.
- Señores de la Guerra y de la Devastación, les presento a Madre. O al menos, lo más puro que de ella queda.
- ¿Esta planta es Madre? –preguntó uno de los diablillos allí congregados-
- en efecto, Madre se ha materializado en su expresión más natural que podía haber encontrado para su reencarnación. Y ahora está atrayendo hacia este Castillo el Mundo de los Recuerdos y con él, la Fuente del Poder. Madre volverá a crecer sana y fuerte como antaño, antes de que nuestros pecados partieran su esencia.

Cuatro púas de los tallos se alargaron de súbito y atravesaron el cuerpo de Sho, empalándolo en el acto frente al desconcierto en el público, que salió despavorido del castillo y se encontró la temible verdad: no sólo el Mundo de los Recuerdos estaba bajando, el propio Castillo se elevaba sobre las nubes en dirección a la Fuente del Poder.
Sho el Empalado, así lo llamarían más tarde, recibió los dones de Madre mediante las cuatro púas que se incrustaron en su cuerpo. Desde allí veía con los ojos de la planta, con los suyos propios y a la vez con los de todas las criaturas vivas de la creación.
- Salazar, Piedad, tenemos compañía. –dijo una vez las cuatro púas salieron de su cuerpo y le dejaron total libertad de movimiento- salid a recibirles como es debido. Tengo que hablar con Madre.

El ejército del cielo estaba trepando por la planta mientras hacían frente a los demonios que bajaban del Castillo. Sobre todas esas bestias que salían al paso de los ángeles, se elevaban dos, situadas enfrente de la gran puerta de acceso al interior.
- ¿Eh? ¿Qué pasa? ¡No puedo moverme! –gritó el cabecilla de grupo a su compañeros que le seguían de cerca-
- Nosotros tampoco, nos hemos quedado aquí como... pegados.

Uno a uno, toda la avanzadilla celeste fue capturada en una invisible tela de araña, demasiado cerca de los dos Reyes Demonio.
- ¡Cuidado los de allí arriba! –gritaron los que seguían a la avanzadilla, pero éstos no llegaron a escuchar ninguna advertencia más. El poder de Piedad hizo efecto y sus cuerpos se consumieron en las llamas del Infierno-
- Es inútil que intentéis sobreponeros a nosotros. Por más que seáis, ni todo el Cielo podría acabar con uno de nosotros. –y dirigiéndose a Piedad, habló en voz más baja- Retírate hacia atrás.

Los ángeles cortaron la invisible tela de araña y consiguieron poner pie sobre las rocas que rodeaban el Castillo. Con el estandarte bien en alto y las espadas afiladas, arremetieron todos contra estos dos seres demoníacos. Con su fuerza y la velocidad que llevaban, se hacían a pedazos cuando se topaban con la invisible red de corte que había instalado Salazar.
Cinco fueron los supervivientes a la masacre. Uno de ellos, equipado con un arco de luz, logró traspasar la red y atravesar la cabeza de Salazar. A éste disparo le siguieron diez más que impactaron contra todo el cuerpo del Rey Demonio, provocando que cayera al suelo mientras se reía.
- Piensas que tus flechas te salvarán de un Rey Demonio? Si no lo hicieron ni dos partes de Tyrael, diez impactos de luz no harán nada.

Salazar se puso en pie mientras miraba con locura sus adversarios. De repente desapareció, dejando atónitos a los presentes. Piedad consiguió seguir el rastro del aura de su hermano, se dirigía hacia el grupo de ángeles, poniéndose tras ellos mientras conjuraba otra de sus telas de corte.
No fue sólo Piedad quien siguió al Rey Demonio: uno de los ángeles de la retaguardia, justo quien estaba delante de Salazar, se percató de su presencia y, sin perder tiempo, se abalanzó sobre su enemigo, cayendo ambos al vacío. La trampa de hilos de Salazar consiguió cortar algunas alas al ángel, así como parte de su brazo y provocarle profundas heridas en el resto del cuerpo.
- Supongo que no pensaréis –advirtió Piedad- de que él morirá así...
- Piedad, sabemos que no podemos acabar con vosotros, sólo tenemos que cumplir nuestro cometido. –contestó una fémina-
- Hm... es cierto que los ángeles no tienen sexo pero... ¿por qué tú sí?
- No soy un ángel. Sencillo.

Los tres ángeles del grupo que quedaban blandieron armas contra el Rey Demonio que tenían delante de ellos, dando la oportunidad a la mujer de penetrar en el interior del desolado Castillo.
- Piedad, tus poderes han sido anulados por el efecto de nuestra Fe!! –gritaron los ángeles cuando cargaban contra el segundo Rey Demonio.

La chica no encontró ninguna resistencia en el interior del castillo, ningún demonio habitaba ya en él, pero una presencia oscurecía hasta su mismísima mente. Como si la estuviera mirando por las paredes, por los tallos de la planta que cubrían las ventanas, las puertas, las esquinas... en su propia cabeza escuchaba la risa desquiciada del emperador, no le dejaba prestar atención a sus otros sentidos. Toda ella estaba siendo manejada por el propio Rey Demonio, conduciéndola directamente al trono donde se encontraba Sho.
- Bienvenida chiquilla... –tronó su doble voz, todavía más oscura que de costumbre-

Su cuerpo, envuelto en sombras opacas difuminaba su silueta. Las luces de la habitación, fuego fatuos, brillaban con luz fría y gélida. Aquella habitación era el mismísimo infierno congelado.
De repente la presión que ejercía el emperador sobre la mente de la mujer incrementó todavía más, tales eran las necesidades de saber del emperador por qué esa muchacha había abandonado su grupo y se había adentrado en su castillo. De repente en su cabeza apareció una sola palabra: Verin.
Sho cesó su control mental y volvió a dejar a la chica en el suelo, totalmente debilitada y exhausta.
- Verin...
- ¡Así es... y éste es mi nuevo Haz de Verin! –gritó la chica-
- ¿Esto es todo lo que se le ocurre al Cielo?

Del amuleto que llevaba Verin en el cuello emanó un torrente de luz que traspasó el techo del Castillo. Por el nuevo haz aparecieron los cinco Reyes Celestes, totalmente armados.
- Bienvenidos a mis humildes aposentos... hermanos.

El control mental del emperador creció de nuevo en la mente de Verin y la elevó y acercó hacia él. Tomó el amuleto con una de sus garras y lo destruyó, apagando el Haz de Verin.
- Tan sencillo... sois patéticos.
- Sho, detén esta demencia. No está permitido, ni siquiera a ti, favorito de Madre, que hagas la locura.
- Es la Redención de todas las almas, no estáis en situación de juzgar las voluntades de los habitantes de Santuario.
- Santuario ha sido destruido! Qué habitantes dices tú que hay aquí?
- Yo.

Un torrente de oscuridad emanó de la mente del emperador, destruyendo todo el castillo, desarmando a los Reyes Celestes y rompiendo sus armas.
- Y ahora, qué queréis hacer?

La planta terminó de crecer, parándose en seco. Había alcanzado por fin el Mundo de los Recuerdos.
- Bien, esto... ya está. Ahora... jaque mate.

Sho sacó un enorme abanico de su cintura, desplegó todas las sombras que lo envolvían y dio a conocer por fin su aspecto. Un cráneo deformado, sin piel ni músculo, sujeto sobre un manto oscuro y tenebroso, con varias cintas negras de metal que se movían a voluntad del emperador. Sus brazos, disecados, de color azul oscuro terminaban en dos garras, una de huesos y la otra en un guante.
Con el abanico arrojó a los invitados no deseados de la planta, tirándolos al vacío mientras que sus cintas apretaban el cuerpo de Verin.
- La última llave y has venido a entregarte por ti misma... me ahorras mucho trabajo.

Las cintas realizaron cortes superficiales sobre el cuerpo de Verin, derramando su sangre sobre la planta.
- Ahora... que la sangre de Madre fluya!

Sus cintas cortaron tallos de la planta. La sangre de Verin y de Madre se unió en una sola. Todo el tallo tembló. El Mundo de los Recuerdos desapareció al fundirse con Madre. Desde el suelo, Salazar, Piedad, los ángeles y los Reyes Celestes contemplaban el oscuro ritual que organizaba Sho.
- Madre!! RENACE!!!

La planta entera se enroscó en sí misma y volvió al agujero, fusionada con la sangre de Verin y con el Mundo de los Recuerdos. En su interior, Sho gozaba del placer de volver a tocar la caliente corriente vital, la sangre de Madre que tantas veces en su pasado había gozado.
Poco a poco se acercó al núcleo de Madre, los restos de la Piedra del Mundo.
- Aquí es donde empezó todo... Madre, mira lo que hago!

Las cintas de Sho atravesaron el corazón de Madre, derramó todas las almas que había acumulado durante toda la existencia y las eliminó de súbito. Santuario, el Cielo, el Infierno... se unieron en una única masa, esférica, llena de calor y de frío, de vida y de muerte. Luego un gran estallido y nada más.


En la eterna oscuridad brillaba una única luz, tenue y distante, pero cálida y confortable, era la Fuente del Poder, comenzaba a crear de nuevo a Madre.

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Holyshark
Asunto:   MensajePublicado: 19 Ago, 2006 - 06:00 PM

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Dicese de cada una de las piezas para collar.

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Sublime.
Acabo de terminar la lectura de la historia entera. Han sido dos horas y media...se hicieron muy cortas.

Una maravillosa historia. Me diste una idea. Yo también ascenderé.

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" - Es la hora –dijo el Sumo Sacerdote con su voz sepulcral- los astros están correctamente alineados, todos los preparativos están consumados, y Tristam y La Colmena han vuelto a nuestros dominios.
- Muchas gracias, Raknos. "

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Y ahora, es hora de volver al seno de Madre, con mis hermanos.

PD: Un consejo para todos, leed la historia entera. Es verdaderamente recomendable. La trama es magnífica y la ambientación está muy bien lograda.

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El que nada sabe...nada entiende.


Ultima edición por Holyshark el 19 Ago, 2006 - 06:09 PM, editado 1 vez
 
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Suicotzu
Asunto:   MensajePublicado: 19 Ago, 2006 - 06:09 PM

Caballero de la Destrucción
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Increible historia Blackelf, 3 horas de mi vida se fueron pero bien valieron la pena, felicidades y continua haciendolo bien como hasta ahora.

Saludos

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"Así como las Sombras no mueren, tampoco lo hara el Wolf Team"
 
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Blackelf
Asunto:   MensajePublicado: 19 Ago, 2006 - 08:39 PM

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Jeje, gracias por los comentarios. No ha sido fácil terminar con una historia que entrelazaba tantas variables. Me alegra que os haya gustado.

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Jugando a Diablo III.
Imperius#2827
 
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guiurcr
Asunto:   MensajePublicado: 19 Ago, 2006 - 10:02 PM

Rey Esqueleto
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Rey Esqueleto

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Bastante ^^

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11psx11
Asunto:   MensajePublicado: 14 Nov, 2006 - 10:24 PM

Gran Hechicero
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Gran Hechicero

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Todos esperan que algun dia DIABLO III salga.... hasta eso
............... Diablo II

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Kyubi
 
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sanchete15
Asunto:   MensajePublicado: 23 Dic, 2007 - 06:17 PM

Guerrero
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Guerrero

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panxito-radial

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15 Dic 2007
En mi opinion, creo que el diablo III, va ser el mejor juego que haya jugado, (por lo menos no). Pero solo falta eso; que lo saquen aunque lo saquen sera un caos, una especie de Anarquia, osea que tampoco hay que hacerse ilusiones.

PaNxItO , poneros en contacto conmigo ([email protected])
 
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